Así, sin motivo aparente.
Sin dificultad.
Sin tener que proponérselo ni que concentrarse en las cosas buenas.
Sin novedades.
Sola y acompañada a la vez.
Alocada y centrada.
En esos días normalmente luce el sol, o al menos una puede intuirlo detrás de las nubes. Puede oler los rayos calentando su piel, como escuché una vez en una serie.
Y las flores se pasean orgullosas frente a tus ojos, los niños chicos lucen hoyuelos en las sonrisas y las palomas se sientan contigo a tomar café. Conmigo siempre es así. Esté en la ciudad que esté. Claro que el sol, las flores, los niños y las palomas cambian, pero la esencia es la misma.
La felicidad es la misma.
La felicidad es la misma.
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